domingo, 24 de septiembre de 2023

Esperanza y riesgo

 Glosa apresurada al trabajo de Leonardo Polo "Tener, dar, esperar", de su libro Filosofía y Economía (Eunsa 2012, integrado en sus Obras completas, vol   ).

Como expone en su Antropología trascendental, la persona es una intimidad, una relación profunda y radical con el Ser, lo que hace que ella misma sea un ser superior a toda otra criatura. Su existir (ex-sistere) es una prolongación de su intimidad de modo generoso con las demás criaturas, racionales e irracionales.  

La antropología de la persona humana requiere tener en cuenta las virtudes, hábitos que dejan una huella enriquecedora de su actuación en su interior, mejorándole como persona y facilitándole su acción en el futuro. 

Una virtud propia de su intimidad, junto a otras, es la esperanza, relacionada con el futuro. La comprensión de la voluntad desde el cristianismo supera con mucho la visión aristotélica. Para él, la voluntad es tendencial, es lo imperfecto, no es posesiva. Solamente la inteligencia posee lo conocido, pero no así la voluntad. Amar, que es propio de la voluntad, es únicamente éros, deseo. Pero si ello es así, no cabe perfección en la divinidad, es amar divino es también tendencia.  

El cristianismo nos da otra visión del amor: Dios es amor. Por ello, da, la creación es donación de ser. Acto de una voluntad que posee y da. Dar es siempre generosidad, obra de un amor que no se agota en el dar, porque no queda en pérdida: da pero mantiene su capacidad de generosidad. 

Para el cristiano, esperar no es aguardar a ver qué pasa. Es construir el futuro aportando generosamente. También la persona da, material y espiritualmente. No le basta mantenerse en el presente, sino que desea mejorarlo. Y para ello ha de añadir algo que le falta y que todavía no se tiene. Si se tuviera, ya sería presente, no habría más que hacer nada más. Pero dar para mejorar supone riesgo. 

Por tanto se requiere optimismo ante el futuro, porque se ve como una tarea, una empresa y, claro está, también como un riesgo. Por ello la persona que emprende una mejora convoca, llama a otros pidiendo ayuda. Para ello ha de explicarse y convencer. 

Porque se trata de construir algo mejor, no de destruir. Al destruir, uno se expone, expone su vida o unos bienes determinados. Pero el riesgo de la persona esperanzada no es miedo a perder o a que sea destruido, sino no llegar a lograrlo. Lo cual también puede ser catastrófico, pero se puede hacer un recuento de medios y volver a empezar. O dejar esa tarea y comenzar otra, corporal o espiritual.

En el cristianismo, la nada es el momento inicial: Dios crea de la nada. En la época moderna, la nada llega a ser terminal. Si no hay generosidad, si no se tiene en cuenta al otro como beneficiario o como cooperante, entonces se trata de hacer por hacer, para realizarse, para ganar y quedarse con lo ganado para disfrutarlo. Pero el disfrute tiene un alcance mínimo, los bienes disminuyen, se agotan, han de custodiarse, hay que defenderlos. Porque no hay afán de mejora personal sino solo corporal. El individualista actúa para él, no para los demás, No hay fomento de la dignidad del hombre, ni horizontes de laboriosidad, ni metas en beneficio de los demás, que es lo que crea una comunidad humana, un aprecio común, una amistad personal o social. 

-La persona, la familia, la empresa, el bien común, el crecimiento de las personas, material y espiritual, es el principal de los objetivos. ¿Se consigue siempre? Si no se mejora en algún aspecto, si se consigue mejorar en otro. Al menos, ya hemos dicho, cabe la alegría, el optimismo en el futuro, la esperanza, el compañerismo y la amistad. 

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